jueves, 1 de septiembre de 2016

La vieja Baba (Parte 2)

Ejem... Gracias a la generosidad de vuestros padres, tengo el honor de decir que podré acabar esta historia. Prosigamos por donde lo dejamos anteriormente, ¿lo recordáis niños?... ¡Exactamente! Habíamos dicho que la vieja Baba estaba vendiendo pasteles a muy bien precio.

Bien, esta anciana parecía de todo menos buena en un principio. Y en efecto, es que era malísima; ya que en cuanto veía una pequeña rata o cualquier animal los mataba y usaba su carne para crear pasteles... ¿Qué?... ¿¿Que creíais que los pasteles estarían hechos de niños?? Puag, que mal gusto tenéis.

No, los pasteles no eran de carne de cerdo, puapik, o vernato. Era carne de ratas, scralls y otras criaturas que como bien sabéis viven en las pocas alcantarillas de esta nuestra ciudad. Lo de que verdaderamente hacía a la vieja Baba una vieja bruja malvada era que con sus pócimas en los pasteles dormía a los niños que ella veía estar solos y luego se los llevaba dentro como esclavos... Pero no del que hace trabajo forzado, sino manual... Vuestros padres que os lo expliquen, yo solo cuento historias, no soy un erudito.

Al caso, cuando ya el pobre crío había sido útil, esta le cortaba un dedo y se lo ponía a su collar de ritos hacia los Malignos, sí los malos espíritus. Esos seres que temen incluso a los trasgos...

Todo esto para qué, os preguntareis. Pues nadie lo supo, simplemente se sabe que después de acabar con la vida de más de ochenta pequeñas almas, la vieja Baba y su pastelería desaparecieron. Por lo que niños, os cuento esto para evitar que os pase como a aquellos pobres niños que no veían nada mas que la comida en su mano y no quien se la estaba dando.

Si algún día veis a la vieja Baba o su pastelería, por favor. Avísenme, pues quiero ver si la historia que os cuento es tan real como las atrocidades que esta les hacía a los pequeños. Muchas gracias por su tiempo.

Cuentos de juglares, anónimo.

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